El escritor español José Angel Mañas publicó en el sitio Literaturas.com los siguientes apuntes sobre la novela que aquí se reproducen (en dos entregas, la segunda el día de mañana) con su gentil autorización.APUNTES SOBRE LA FORMA NOVELESCAPor José Angel Mañas1. La novela, tal y como la conocemos hoy, es un género eminentemente narrativo , que se consolida a partir de la progresiva fusión del relato con el drama. Es, en lo esencial, un relato dramatizado. El relato es su columna vertebral; es la melodía que permite organizar los acordes –las escenas.
2. La forma novelesca ha cristalizado en diversas épocas con unos códigos propios, incluso antes del XIX. Pienso en la novela de caballería o en la novela picaresca del Siglo de Oro, en la novela epistolar del XVIII. Sin embargo sus creadores eran poco conscientes de lo que hacían, comparados con los del XIX. Fueron estos últimos quienes teorizaron con mayor seriedad acerca del fenómeno novelesco. En el siglo XIX es cuando se formaliza lo que llamaré novela “clásica”, para diferenciarla de la “moderna”. Quienes reflexionan con mayor lucidez sobre la novela son Zola y el erudito ruso Bajtin, por un lado, y Stevenson, por el otro. Aquellos captaron la esencia de la novela “realista”; éste la de la “idealista”. Los primeros dignificaron artísticamente el desorden de la vida, con su abigarramiento y su complejidad polifónica; el segundo, la aventura y la fantasía.
3. La novela abierta a la realidad, al igual que las grandes sinfonías románticas o la filosofía historicista de Hegel, es una forma que, por su ambición totalizante, conviene perfectamente a la desmedida del siglo XIX. Aclaremos, no obstante, que la vida puede matar el arte si, en lugar de dar cuerpo a la Forma, la suplanta.
4. La Francia del siglo XIX toma el relevo de Italia como foco espiritual de Europa y se convierte en la Grecia de la novela. De la misma manera que los filósofos han de remitirse a Heráclito, a Sócrates, a Platón y a Aristóteles, así también han de volverse, desde entonces, los novelistas de todos los países hacia Dumas, Balzac, Flaubert y Zola. Podría decirse que las restantes literaturas nacionales del siglo renacen, en muchos casos, exacerbadas por la agresión del genio francés.
5. El padre de la novela clásica, sin embargo, es Walter Scott. Sus hijos naturales son Victor Hugo y Dumas, primero, y más tarde Stevenson. Sus hijos bastardos: Balzac, Stendhal, Flaubert y Zola. La novela realista no podría haber existido sin el precedente de la novela histórica -es la novela histórica de su época. Walter Scott revitalizó el género tanto como Shakespeare el teatro. Su obra, aun así, es todavía un balbuceo de la Forma. Scott es un niño talentoso que no se ha preocupado de aprender su oficio.

6. Hugo intuye la potencialidad del género. Con
Notre Dame de Paris le añade un rigor en la composición que lo acerca a La Forma. Por el contrario, con
Los miserables se permite una libertad excesiva y unas digresiones parangonables a las del peor Tolstoi de
Guerra y paz. Por su eclecticismo,
Los miserables es ya algo parecido a una novela postmoderna. La Forma apenas se percibe. Una de cal y otra de arena.
7. Dumas es el hijo más talentoso que le ha salido a Scott.
Los tres mosqueteros merece que todos los novelistas nos inclinemos ante su genio. Su imaginación es un caudal desbordante de personajes y situaciones con una plasticidad narrativa sin igual. Con negros o sin ellos, no ha hay diques críticos suficientes para contenerla. Es la victoria póstuma del negligé, des “descuidado”, como lo llamaban sus enemigos. Su obra es la mejor prueba de que los novelistas creando somos dioses y escribiendo mendigos.
8. Stevenson, ferviente lector de Scott, Hugo y Dumas, supera a sus tres antecesores en lo técnico y eleva la narración a sus cimas más altas, con una perfección y una pureza mozartinas. Lo que redescubre es el gran Mediterráneo novelesco: el relato puro. Stevenson se definía a sí mismo como un cout-teller .
9. Secreto del buen narrador: “Encarnar un personaje, un pensamiento, una emoción en una acción o una actitud que se grabe para siempre en los espíritus.”
10. Stevenson hace alarde de un virtuosismo incuestionable, tanto en lo práctico como en lo teórico. No sólo aprovecha los hallazgos técnicos de sus predecesores, sino que se convierte él mismo en el teórico más brillante del siglo. Sus proposiciones estéticas son de un idealismo incorregible. El arte se opone en todo a la vida. Si esta es tan real como caótica e irracional, aquél, aunque hecho de la “materia de la que están hechos los sueños”, debe de ser ordenado y perfectamente racional en su forma. Sus inspirados ensayos son una lectura obligada para cualquier aspirante a novelista. Henry James en
El arte de la ficcion no hace sino adoptar sus tesis, una por una. Conrad, cuando elogia “el poder de la lengua inglesa para hacer ver”, y después de él Nabokov y Borges, cada cual a su manera, son igualmente deudores de Stevenson.
11. Si en la articulación del relato hace alarde de un férreo racionalismo, no ocurre lo mismo con la “materia” del mismo. Anticipando a escritores como Kafka, trabaja con “imágenes” sacadas de sus sueños que hunden sus raíces en lo más profundo del subconsciente y que luego constituyen las perlas de sus exquisitos collares narrativos. Esta profundidad onírica lo aproxima al surrealismo.
12. Balzac aprende con Scott, y luego se distancia para crear la novela realista. Aporta una técnica descriptiva sociologizante y, sobre todo, la noción del conjunto de la OBRA como una totalidad de novelas comunicantes. Es el Hegel de la novela. En su monstruosa “Comedia Humana” tiene cabida todo, desde lo más sublime hasta lo más tosco. Esa es la grandeza y la debilidad, como género, de la propia novela.
13. Flaubert a propósito de Balzac: “¡Qué gran escritor, si hubiera sabido escribir!”
14. Stendhal, dentro de la historia del género, no deja de ser una figura eminentemente singular. Como dijo Taine: “es el primer psicólogo de su siglo.” Si Scott es el punto a partir del que se bifurcan la novela romántica y la novela realista, Stendhal le abre el camino a la novela de corte sicológica. Dostoievsky, Proust y Joyce la llevarán, cada cual a su manera, a sus extremos.
15. A propósito de la psicología de Stendhal: “los mecanismos más complicados suelen esconder el motor más simple”.
16. Tanto Stendhal como Flaubert reaccionan contra el estilo enfático del romanticismo de Victor Hugo.
El rojo y el negro y
Madame Bovary, con su sequedad, sientan, ante todo, el tono de la novela realista.
17. Para Stendhal, el estilo es la traducción más clara y directa de la idea. Él mismo decía que su ideal estilístico era el
Código napoleónico.
18. Zola a propósito de Stendhal : “¡Este lógico de las ideas es un batiburrillo en cuestiones de estilo y de composición literaria!”
19. Balzac a propósito de Stendhal: “Mis novelas son tapices; las tuyas, esculturas.”
20. Flaubert le aporta al realismo la única fuerza que le faltaba: la forma perfecta que garantiza la eternidad a una obra.
21. Flaubert: “Lo que me irrita son las malicias del plan, las combinaciones de efectos, todos esos cálculos subterráneos, y que, sin embargo, son también arte, pues el efecto del estilo depende de ellos, y además
exclusivamente» (1). Ya lo hemos dicho: la trama es a la novela lo que la melodía a una sinfonía. Puede ser secundaria -el talento de un compositor se ve, ante todo, en la orquestación-, pero sin ella no hay forma posible. “Es una obra fallida. Hablas de perfección. Pero las perlas no hacen el collar; es el hilo. Todo depende del plan. »
22. Lo que Balzac habría podido decir, a propósito de Flaubert: “¡Qué gran novelista, si hubiera querido novelar!”
23. Igual que Stevenson se nutre de Scott, de Hugo, de Dumas, Zola se inspira de Balzac, de Stendhal y Flaubert. Si Balzac realiza una descripción “horizontal” de la sociedad, Zola

la hace “vertical”, con su saga novelesca sobre los
Rougon-Macquart. A Stendhal y a Flaubert les roba el tono y la técnica realista.
24. “Camino en línea recta, sin apartarme jamás de mi objetivo. Esa es mi fuerza.” Zola fue un hombre de una integridad con pocas fisuras. Mantuvo una fidelidad intransigente a sus convicciones estéticas. Se preciaba de ser abstemio y casto. A falta de hijos (2), concibió a la edad de los treinta la serie de los Rougon-Macquart. A partir de ahí fue pariendo, a volumen por año, los veinte tomos de la saga con una determinación encomiable. Pocos artistas se han ceñido con tanta precisión al programa trazado en la juventud.
25. Lo que Henry James pensaba a propósito de Zola : “… un pensador
blando” (?) (3)
26. Zola fue un eminente teórico de la novela. Tenía dentro un filósofo que guió su obra con una inflexibilidad puritana. Como nieto de la generación romántica, sus planteamientos estéticos son todavía una reacción a aquel movimiento y pueden articularse en torno a dos principios en total oposición con la estética romántica: racionalismo y realismo. Sus modelos fueron la ciencia y la pintura impresionista. De una imitó el rigor metodológico; de otra, el retrato directo de la naturaleza. Sus criterios artísticos los fraguó reflexionando sobre pintura. De ahí nació su famosa formulación: “Un rincón de la creación, visto por un temperamento”
27. A Zola le guiaba un supuesto bueno. Le resultaba inconcebible que la novela se asentara en otra cosa que en una articulación lógica y en un rigor metodológico de raigambre cientifista. Imaginaba que existían leyes tras una narración exacta, y quiso descubrirlas. En el fondo, no hizo sino intuir algunas de las premisas en las que se basarían más tarde el estructuralismo y la narratología.
28. A propósito de “La novela experimental”. Nadie se burla de d’Ors cuando propone una taxonomía casi linneana del barroco. La ciencia era ya, en la época de Zola, el principal modelo de rigor intelectual. ¿Era tan absurdo pretender que el problema del hombre, planteado en términos novelescos, pudiese resolverse a través de un método, lo más científico posible, de experimentación sociológico-ficcional?
29. Los mismos martillazos que Nietzsche le dio a la filosofía, Zola quiso dárselos a la novela. Falló por muy poco.
30. Zola persigue la lógica de los actos humanos allí donde Stevenson se limita a buscar la lógica de los mecanismos narrativos. No hay momento en el que no reivindique la máxima racionalidad artística. Su práctica, sin embargo, demuestra lo contrario. Pese (o gracias) a su hiperrealismo, su obra resulta profundamente imaginativa: es la visión deformada y expresionista de un hipersensible.
31. Con Zola la novela desciende de su pedestal ideal, para entrar en la carnicería. En su gusto por el “naturalismo”, por el detalle exacto, por muy crudo que resulte, consiguió su objetivo. Sus novelas, construidas a partir de diligentes observaciones directas y casi periodísticas, en el mejor sentido, de la realidad, hablan la verdad de su época. Entre Leonardo y El Greco, hizo todo por ponerse de parte del primero.
32. Zola: “¿Dadme realismo, y aplaudiré; dadme un temperamento verdaderamente original, y aplaudiré más todavía.”
33. Todos estos autores intuyen La Forma, pero sólo en dos de entre ellos se da una cristalización clara de la misma, gracias a una extraordinaria autoconciencia crítica. Flaubert y Stevenson son los cánones más perfectos de la novela clásica. Realismo e idealismo hechos Forma.
Madame Bovary y
La isla del tesoro son su expresión más perfecta.
---------------------------------------------------------------------------
Notas del autor :
(1) Las comillas son mías.
(2) Unos meses después de escribir este apunte, me enteré de que Zola preñó tres veces a su sirvienta
(3) Propósito imaginario. Henry James acusaba a Zola de no tener tantas facultades críticas como creativas.
---------------------------------------------------------------------------------
Continuará mañana...